Es por eso que, nos recuerda Bonhoeffer, “Cristo está a la puerta. Él vive en la gente alrededor nuestro. ¿Dejarás la puerta seguramente cerrada para tu protección, o abrirás la puerta para él?”
Comento y amplio , parafraseando , un párrafo que me ha gustado y que he extraído
de una carta de Santiago Agrelo Obispo de Tanger y defensor de los
emigrantes.
Imagina por un momento que hombres, mujeres y niños de los caminos de la
emigración se acercan a las vallas de nuestras fronteras llevando en sus manos
la Declaración Universal de Derechos Humanos, o el Decálogo de nuestros
catecismos: ¿Se abrirían delante de ellos las fronteras? ¿Dejaría de imponer su
ley el faraón de nuestros intereses económicos y de poder? Caerían las
cuchillas de repente? Tú sabes que no.
Pero Dios no es una Declaración ni un Decálogo: Dios es el Justo. Y si
Declaraciones, Decálogos y Normas los podemos ignorar y violar sin que nos
juzguen, no podremos ignorar a Dios.
Siempre encontraremos razones para saltarnos Declaraciones y Decálogos, pero
ninguna de ellas nos valdrá para justificarnos cuando Dios nos pregunte por sus
hijos.
Quizás es mejor estar sin papeles, desnudos "como los hijos de la
mar" cuando nos pregunte por los más heridos, por los más amenazados, por
los más pobres...
Adviento es tiempo de prepararnos para la gran pregunta que Dios nos dirige
desde el pesebre, desde la huida, desde las bienaventuranzas, desde la cruz...
¿dónde está tu hermano?
Y ahí no le puedo simplemente enseñar mis títulos, ni siquiera las grandes
declaraciones y principios a los que me apunto.
Sin papeles resonará mejor la gran pregunta que repite con frecuencia el Papa
Francisco: "¿qué hiciste con mi hermano?"
Y con cierta tensión pero con mucha confianza en Dios, quitaré una por una las
cuchillas de Melilla y me uniré a mis hermanos para abrir con ellos la
puerta de Melilla.
Jose Luis Pinilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.