Preparando el Adviento y la Cena
de Navidad - J.L. Pinilla
“Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”. Jesús toca la puerta. Bonhoeffer comentó que “tal
vez, después de todo, el Adviento es un tiempo para el auto examen antes de que abramos la puerta”. Cristo está a la puerta. Él vive en la gente
alrededor nuestro sobre todo en los que están en todas las salas de espera del mundo.
¿Dejarás la puerta encandada y cerrada
para defenderte, o abrirás la puerta para él?
Parafraseo y amplio al
respecto un párrafo que he extraído de
una carta de Santiago Agrelo Obispo de Tanger y defensor de los emigrantes
“Imagina por
un momento que hombres, mujeres y niños de los caminos de la emigración se
acercan a las vallas de nuestras fronteras llevando en sus manos la Declaración
Universal de Derechos Humanos, o el Decálogo de nuestros catecismos: ¿Se
abrirían delante de ellos las fronteras? ¿Dejaría de imponer su ley el faraón
de nuestros intereses económicos y de poder? “ Caerían las cuchillas de
repente? Tú sabes que no. “Pero Dios no es una Declaración
ni un Decálogo: Dios es el Justo. Y si Declaraciones, Decálogos y Normas los
podemos ignorar y violar sin que nos juzguen, no podremos ignorar a Dios. Siempre encontraremos razones
para saltarnos Declaraciones y Decálogos, pero ninguna de ellas nos valdrá para
justificarnos cuando Dios nos pregunte por sus hijos”.
Quizás es mejor estar “sin
papeles”, desnudos "como los hijos de la mar" cuando nos pregunte por
los más heridos, por los más amenazados, por los más pobres...
18 de diciembre día internacional
del migrantes. Es Adviento. Es tiempo de prepararnos para la gran pregunta que
Dios nos dirige desde el pesebre, desde la huida, desde las bienaventuranzas,
desde la cruz ... ¿dónde está tu hermano?
Y ahí no le puedo simplemente
enseñar mis títulos, ni siquiera las grandes declaraciones y principios a los
que me apunto.
Con los “sin papeles” resonará
mejor y llegará más directamente al corazón la gran pregunta que repite con
frecuencia el Papa Francisco: "¿qué hiciste con mi hermano?"
Y con cierta tensión pero con
mucha confianza en Dios , quitaré una por una cualquier cuchilla de cualquier valla fronteriza y me
uniré a mis hermanos para abrir con ellos
la puerta de mi casa. “Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él y él conmigo”. Porque,
“Ésta es tu casa.
Puedes poner aquí tus cosas./Coloca los muebles a tu gusto./Pide lo
que necesites./
Ahí está la llave. Quédate aquí.
Éste es el aposento para todos nosotros./Para ti hay un cuarto con una
cama./
Puedes echarnos una mano en los campos./Tendrás tu propio plato./Quédate
con nosotros.
Aquí puedes dormir./La cama aún está fresca,/sólo la ocupó un
hombre./Si eres delicado,
enjuaga la cuchara de estaño en ese cubo y quedará como nueva./Quédate
confiado con nosotros.”
( Bertolt Brecht.)
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