lunes, 9 de diciembre de 2013

LA IGLESIA ESPAÑOLA, DETRÁS DE LA VALLA

ABC 7-12-13

LUIS DE VEGA NADOR (MARRUECOS)

El arzobispo de Tánger, un gallego, lucha por asistir a los «sin papeles» que tratan de entrar en Ceuta y Melilla
Situación angustiosa En la Delegación de Migraciones de Nador no quedaba ni una manta para repartir.

"Necesito otras 550 mantas para el lunes". El jesuita canario Esteban Velázquez urge por teléfono al proveedor más material para repartir entre los emigrantes subsaharianos que malviven en los bosques del noreste de Marruecos y que puedan hacer frente al invierno y a las batidas de las Fuerzas de Seguridad. La Delegación de Migraciones de la ciudad de Nador, dependiente del Arzobispado de Tánger, está casi desbordada porque, como ha podido comprobar ABC, los agentes marroquíes queman los campamentos de los emigrantes en las constantes redadas que llevan a cabo. Por eso, los plásticos para que se hagan refugios y las mantas para abrigarse se compran y se reparten una y otra vez en un ciclo que no se detiene.

Detrás, la política
Pero la Iglesia sabe que con las quejas en voz alta no puede llegar muy lejos y que lo importante es poder seguir desarrollando su labor. El problema no parece tanto que la estén llevando a cabo en un país musulmán, sino que detrás de ese trabajo humanitario están las políticas migratorias acordadas entre Madrid y Rabat.

El arzobispo de Tánger, el gallego Santiago Agrelo, no puede evangelizar. Tampoco el resto de religiosos cristianos asentados en el país magrebí. Pero ha acabado por hacer de los derechos humanos una causa que ocupa una parte importante de su tiempo en el norte de Marruecos. Así es como ha impulsado la Delegación de Migraciones, con sedes en Tánger, cerca de Ceuta, y Nador, cerca de Melilla.

Las homilías de este franciscano nacido en 1942 se empezaron a hacer conocidas hace un lustro, poco después de ser destinado en esta ciudad del estrecho de Gibraltar. Hasta podían leerse en la página web de la diócesis. Iba más allá de repartir bocadillos y asistir en la catedral a los subsaharianos sin papeles, da igual cristianos que musulmanes. Coincidiendo sobre todo con las tragedias de los naufragios, las palabras de este sacerdote se hacían más duras.

Llegado a Marruecos hace pocos meses, Esteban Velázquez es un hombre de largo recorrido que pasó siete años en El Salvador, cuatro de ellos con los guerrilleros del FMLN. Ahora forma parte de un equipo de media docena de personas en la Delegación de las Migraciones de Nador, nacida oficialmente el pasado mes de abril, y que, de alguna manera, pretende llenar el hueco dejado por Médicos Sin Fronteras (MSF), que ha abandonado el país magrebí.

Paga Suiza
Que la Iglesia esté encabezada por españoles no impide que el proyecto de asistencia a los inmigrantes en Nador esté financiado por la cooperación suiza con 165.000 euros para 2013 y 2014. Además del reparto de plásticos, mantas y kits higiénicos, su misión es hacer de intermediarios con el sistema de salud marroquí y trasladar a los heridos y enfermos al hospital y facilitarles medicamentos. También sensibilizan a los inmigrantes sobre el peligro del sida y otras enfermedades de transmisión sexual.

La última incorporación a la Delegación de Migraciones de Nador es la hermana Francisca, también canaria y de las Hijas de la Caridad. Se le parte el alma en sus primeros días como enfermera tratando a los emigrantes. «Hay que hacer algo por ellos. Hay que hacer algo», afirma en tono amargo en las oficinas adjuntas a la nave de la Iglesia, donde el pasado fin de semana no quedaba ni una sola manta para repartir.

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