Noticia publicada: www.ccar.cat - COMISSIÓN CATALANA D'AJUDA AL REFUGIAT -
“No les quitamos el cinturón ni los
cordones de los zapatos porque esto no es una cárcel”, argumentaron los
responsables del CIE. Sin embargo, fue con sus cordones con lo que este armenio
de 42 años se suicidó según fuentes de la Jefatura Superior de Policía de
Cataluña.
Los CIE, efectivamente, no son prisiones.
En éstas hay personas privadas de libertad por haber cometido delitos, mientras
que en los CIE se priva de libertad a inmigrantes por una simple falta
administrativa: estar en situación irregular. La privación es la misma, pero la
justificación y las garantías jurídicas no.
La privación de libertad que se produce en
un CIE es una sanción que nuestro derecho penal no contempla; comporta, por
tanto, un tratamiento a los inmigrantes como seres con menos derechos que los
demás, a los que se les puede aplicar medidas especiales de castigo; comporta,
en definitiva, una vulneración grave de los derechos humanos.
Ello, además, debe ser visto a la luz de
otra evidencia: los CIE no juegan ningún papel efectivo en la regulación de los
flujos migratorios (lo que, a la postre, es el motivo por el que fueron
creados). La diferencia entre el número de inmigrantes en situación irregular
que se expulsa a través de los CIE y el que se expulsaría sin tal instrumento
es insignificante por lo que se refiere a nuestra realidad inmigratoria.
Las políticas de extranjería se han basado
en postulados y prevenciones que rayan la xenofobia. Son irracionales.
Contienen aspectos represivos que no están justificados para la gestión de los
flujos migratorios. Los derechos humanos quedan en segundo términos cuando
entra en funcionamiento la maquinaria creada para el control de los flujos
migratorios. Así, con frecuencia, personas que requerirían la protección del
Estado porque huyen de peligros en sus países de origen, se ven castigadas por
este Estado como si huir de aquellos peligros fuera un delito. No es extraño
que ello conduzca a veces a la desesperación y al suicidio.
Es posible que el señor armenio que se ha
suicidado temiera que al ser devuelto a su país sólo lo esperase la muerte o
algo parecido. Los CIE no tienen razón de ser y deben ser cerrados. Hay que
buscar otras formas de gestión para las situaciones de inmigración irregular. Y
hay que poner más recursos para comprobar cuántos casos de inmigración
irregular son, en realidad, personas necesitadas de protección internacional.
Miguel Pajares
Presidente de la Comissió Catalana d’Ajuda
al Refugiat
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