martes, 12 de noviembre de 2013

UNA EXPERIENCIA PROFUNDA Y FUERTE DE DIOS


Iván Llovet proclamando el Evangelio en la Catedral de Tánger


Tenía muchas ganas de poder compartir con todos mi profunda experiencia de los días que pasamos juntos en Marruecos.

En primer lugar, pedir disculpas por haberme demorado tanto, pero desde que vine he estado un poco indispuesto, por lo que también se me ha liado todo el trabajo que tenía…, pero bueno, gracias a Dios ya estoy bien y con ganas de compartir lo que ha supuesto este regalo de Dios de poder conoceros y participar en la Peregrinación.

Como sabéis, la Peregrinación se desarrolló tan solo una semana después de que me ordenaran presbítero, por lo cual esto ha marcado mucho mi experiencia.

Para mí ha sido una experiencia muy profunda y fuerte de Dios. He sentido como el Señor me presentaba cuáles debían ser mis prioridades, mis actitudes, sentimientos, focos de atención en el ministerio que Él mismo me ha regalado.

He disfrutado mucho con todos ustedes esos días, también he disfrutado mucho de aquella tierra y su cultura, de conocer a la Iglesia de Marruecos y mucho de sus miembros…, pero os digo la verdad, llegó un momento que estaba deseando volver…

Habrá mucho de debilidad, comodidad,  hipocresía,  por falta de fortaleza…, pero lo que veía durante el día me dejaba el alma en vilo y con el corazón estremecido…, apenas pude descansar esos días en la noche.

 Me dolió mucho  ver y palpar el drama de la inmigración en primera persona. Desde que visitamos el C.I.E. hasta pasar por los disminuidos psíquicos; los inmigrantes subsaharianos que están mal viviendo solos a la intemperie en el monte y que llegan a sentir la necesidad de comerse sus propios perros; los tres jóvenes que se escondieron en nuestro autobús en la gasolinera para viajar hacia la frontera;  tantos jóvenes que se veían entre los matorrales esperando otra oportunidad para meterse en algún vehículo;  los jóvenes que se escondieron en los motores de nuestro barco. Experiencias muy duras que me han tocado mucho y me han hecho vivir esto de la inmigración de muy distinta manera y con mucho más realismo.

Pero a la par de estos sentimientos, también compartiros la gran esperanza e ilusión que me llevé al conocer la Iglesia marroquí, a tantos cristianos sencillos, gente buena, santos, comprometidos con la realidad de allí, dándome un testimonio humilde y valiente  de verdaderos discípulos de Jesús de Nazaret.

No quiero cansaros escribiendo mucho, sólo compartiros mi gran alegría por haberos conocido, por haber podido participar en la Peregrinación, y darle gracias a Dios por esos días, que aunque duros y de dolor para mí, me han dado esperanza e ilusión, dejándome claro cuál debe ser el estilo y la ruta que quiere que siga en mi ministerio en la construcción de su Reino: un Reino fraternal, de justicia, de amor, y de humanidad.


Agradecido con Gabriel y todos los miembros del equipo porque gracias a vuestro testimonio y trabajo he podido vivir esto. 

Un abrazo muy fuerte, unido en la oración.

Iván Llovet Romero

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