jueves, 7 de noviembre de 2013

UN REGALO DE DIOS

MI EXPERIENCIA 

EN LA 

PEREGRINACIÓN 





Ha sido una gracia de Dios haber podido ir a Marruecos. 

El contacto con los “pequeños”, los predilectos de Dios me ha llegado hondo y aún estoy allí en la otra orilla contemplando y metida dentro de las imágenes impactantes que han pasado de la retina al corazón y ahí están agolpadas con tantos sentimientos encontrados de ternura, admiración, tristeza, gozo, por el envío de Dios, a través de Gabriel, para que conociera esa realidad.

Realidad tan cercana, tan palpable y tan lejana que aún estoy allí metida en el Centro de Discapacitados Cerebrales, que me cogían la mano dando gritos de alegría para que los acariciara, o en la Asociación APISF“ niños de la calle” con sus ojos expectantes mirándonos al despedirnos, dándonos la mano y tirándonos besos o en el Centro de las Hnas de Teresa de Calcuta donde acogen a chicas embarazadas y donde tienen también una guardería para los pequeños.  

En el Centro de Internamiento de Extranjeros  se me saltaron las lágrimas al verlos allí encerrados privados de libertad, contemplando su participación en la oración y con el sentimiento de impotencia al no poder hacer nada por ellos.

La tumba de inmigrantes sin nombres en aquel silencio sobrecogedor del Cementerio  nos habla de soledad, sufrimiento, desesperación por querer pasar a la otra orilla o de esperanza y resignación de un pueblo que busca una vida mejor y encuentra la muerte en el Estrecho. 

La estampa de las mujeres en el Acantilado, mirando a la otra orilla. Imagen impactante. Pregunté y me dijeron que el pueblo árabe era muy contemplativo, pero me pregunto ¿Qué había en esas miradas? ¿Esperanza, nostalgia, melancolía, llanto contenido por el hijo o hermano muerto en el Estrecho…..?

Todas las imágenes me impactaron, pero me quedaría con la última por el gesto de impotencia ante tanto dolor, tanta esperanza y tanto llanto por querer alcanzar un mundo mejor que solo está a catorce kilómetros y se quedan en el camino, tragados o vomitados por el mar.

Señor, ante todo esto que me sobrepasa, ¿qué quieres que haga?

Todo lo demás, las ponencias, los testimonios, sobre todo del obispo de Tanger y de Rabat, las Eucaristías sentados todos a su Mesa, llenándonos de El para después poder ir a los que más nos necesitan. Las callejuelas, los olores, la pobreza… Todo se te queda también en el corazón.

Ha sido todo muy bueno. 

Un regalo de Dios.

MARÍA PAULA SANCHEZ MORENO

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